Te miraba a los ojos y veía fácilmente la luna.
Esa luna de la que me solías hablar por las noches,
con la que soñabas pisar en cada paso de la tierra.
No salías de casa, y esque no querías viajar si no fuese a ella.
Es lo más bonito que el cielo nos puede regalar, decías.
Bañada por mares oscuros, y cubierta de cicatrices que la soledad le deja.
Se viste de blanco por las noches, espera que alguien la mire,
de rojo para las ocasiones especiales, como hoy.
Pequeña y con carácter insinuándose en noches menguantes.
Esa luna, la veo en tus ojos cada noche.
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